Por Verónica Faini
Gerente General Fundación TASE
Queridos Lectores:
Entre el incremento de los casos de contagio de COVID19, las decisiones imperfectas en los distintos ámbitos sociales, la fortuna de estar vacunados, la esperanza de que la gravedad con la que debemos enfrentar los casos “positivos”, las generaciones nuevas afectas, las limitaciones de acceso a educación, el estrés del encierro, el pesimismo y el optimismo, el egoísmo y la generosidad de nuestros comportamientos o simplemente el “bache económico” que ha ocasionado la pandemia, existe una realidad muy dolorosa, adultos mayores con Alzheimer, que al igual que a personas discapacitadas, niños y muchos grupos vulnerables, se les ha privado la posibilidad de tener estímulos y terapias que contribuyan a contrarrestar su enfermedad y freno del progreso de la misma. Todos ellos están detrás de un vidrio y de una pared, vulnerables, confundidos y desatendidos, donde nuevamente surgen las preguntas ¿cuán responsables somos con ellos?, ¿cuántas veces nos hemos dejado ganar por la velocidad del día a día? y ¿cuántas hemos flaquedo ante la posibilidad de dar un abrazo seguro?, en unos casos con la excusa de que “no nos reconocen con mascarilla” o que “ya están vacunados y no les afecta”, nos olvidamos que a nuestros adultos mayores solo una gripe los puede golpear más que una persona joven, no se diga las secuelas que quedan en la salud.
Nuestros adultos mayores con enfermedad Alzheimer, unos más jóvenes que otros y otros ¡realmente jóvenes! Son impactados de una manera silenciosa, pensamos que no se dan cuenta, pero en la realidad resulta que es más cómodo para nosotros que no se puedan quejar acerca de una situación que les duele o golpea emocional y físicamente. Uno de los problemas colaterales de la enfermedad de Alzheimer es que otras enfermedades se hacen invisibles y con ello el manejo de los síntomas, diagnóstico y tratamientos tempranos se vuelven todo un desafío, implica conocer cada detalle de su salud, de su estado de ánimo y de su personalidad para poder “adivinar” prácticamente si están bien o si les pasa algo. El Covid19 ha sido invisible para ellos pero tenaz para su salud.
El 2022 tiene que ser un año positivo, tenemos la vacuna y hemos aprendido mucho. Muchos incluso hemos tenido la mala suerte de ser contagiados, pero muchas veces hemos sido responsables de contagiar, en nuestras manos está el poder tener gestos de amor con responsabilidad, solidaridad y respeto. Quizás en la imperfección de las decisiones, dada la libertad de pensamiento de todos, tenemos que aceptar que a nuestros seres queridos con E.A. no les conviene estar encerrados, no les conviene dejar de hacer terapias, no les conviene perder la socialización y menos postrarse a una cama o a una silla. De manera tal que solo queremos invitarles a que tengamos una actitud colaboradora, siempre protegernos nosotros: ellos no pueden, si salimos o tenemos una vida activa socialmente: cuidémonos más, si tenemos dudas de estar contagiados: hagámonos una prueba, evitemos contagiarlos, si tienes dudas, no lo veas hoy. Si queremos que puedan retornar a una vida normal, ellos dependen de nosotros para hacerlo, pensemos en aquellas cosas que no nos pueden decir pero les duele. Creemos espacios seguros y ambientes sanos.
Durante el 2022, juntos queremos ayudarlos a salir y la mejor forma es dirigirnos a cada cuidador y cada familiar, personas llenas de amor, que con varias dificultades quieren hacer todo lo que esté en sus manos. Cada uno de nuestros proyectos, charlas, etc, serán dedicados a ellos y a través suyo a nuestros y tus adorados adultos mayores con Alzheimer.
Esté número empezamos con mucha información, con un especial acerca de la música, porque es una herramienta artística poderosa, generosa y abundante que tiene un efecto maravilloso en la salud, el ánimo y la calidad de vida de las personas con Alzheimer.
A la Revista de éste mes, ¡disfrútala y compártela!
Verónica Faini
