Hace 10 años aproximadamente, fuimos al médico para que mi esposo se realice un chequeo general y con los resultados descubrimos que el diagnóstico era Alzhéimer, esto fue luego de que puso la renuncia en uno de sus trabajos. En aquel entonces, iniciamos casi maratonicamente las consultas a diferentes médicos, pero el diagnóstico siempre fue el mismo. Él no lo aceptó en absoluto, siempre salía molesto de las consultas.
Así pasaron los años, y lentamente se fueron evidenciando más y más sus síntomas, su comportamiento empezó a cambiar; los olvidos eran más frecuentes, se agudizaron los dolores de cabeza, empezó a contar historias que nunca pasaron, dejó de recordar el nombre de las cosas, desconocía su ropa, los alimentos, se desubicaba fuera de casa, muchas veces no sabía dónde estaba, todo era nuevo para él, y en algunas ocasiones se presentaron cuadros de agresividad. No obstante, lo que más me ha costado asimilar es que se iba a olvidar de mi como esposa, de sus hijos, nietos, hermanos, de la familia en general, y no se diga de los amigos y conocidos.