Psic. Giancarlo García
Psicólogo Clínico
Director Administrativo Ángeles en Cuatro Patas
La vida no está en nuestros recuerdos, sino en los momentos que nos pertenecen.
Cada instante de nuestra existencia supone un enriquecimiento infinito de información que nos acompaña en la medida que maduramos y de acuerdo a las propias características de los diferentes procesos del desarrollo humano. Es así que, desde el periodo de gestación y los primeros años de vida; existe una exquisitez en la capacidad de adquisición de memorias y aprendizajes. Esto permite cimentar las bases de los nuevos conocimientos y así responder oportunamente ante las diferentes experiencias. Más adelante, la adultez constituye un momento de mayor sensatez respecto al uso y gestión de todo lo adquirido en la infancia. Finalmente, la vejez representa un proceso del desarrollo no menos activo que los que le preceden; sino más bien, suscita un espacio de reciclaje. Es decir, se trata de un momento en el que se aprecia la vida más profundamente, y no se prioriza en el contenido cognitivo o práctico, sino en lo emocional. De esta manera, en vez de enfocarse en la razón de porque se dan las cosas, simplemente las disfrutan como tal.
En edades más avanzadas, cuando la persona supera los 80’s o los 90’s e incluso a veces de forma prematura, entre los 60’s y los 70’s; puede suscitar un proceso degenerativo conocido como demencia. Desde una perspectiva biomédica se la entiende como una interferencia en las capacidades de la vida diaria que requieren de memoria, procesamiento cognitivo y toma de decisiones. A su vez, en función de un estudio exclusivamente biologícista, se lo ha abordado como una alteración genética que afecta únicamente a una proporción de la población general y supone un deterioro neurológico que resulta en una capacidad neurocognitiva limitada. Por otro lado, desde una mirada más holística e integral se entiende como un estadio natural de la vida que puede acontecer en diferentes momentos de esta en función de la expresión neurológica diversa que exhibe cada persona; y los distintos procesos socioculturales (estilos de vida, modos de vida y sistema de reproducción social) que determinan su ocurrencia y profundidad.
En la actualidad existe una extrema preocupación al respecto debido al ritmo dinámico y de constante transformación que acarrea la realidad humana. Es así que, supone un proceso social que margina y limita el potencial de este grupo de personas, y los condiciona a un espacio de la sociedad incapacitante y demandante de servicios de cuidados perpetuos para el resto de sus días. Consecuentemente, esto resulta en una disminución de su capacidad para comenzar y persistir en las actividades que llevan a cabo (abulia); exhiben una persistente dificultad para sentir placer y pierden el interés en aquello que generalmente les llamaba la atención (anhedonia); y se aíslan de los demás debido a su falta de asertividad social e impertinencia en sus actos. Esto produce una sensación de impotencia en los más allegados (familia) al punto de contagiarlos con las mismas emociones de desesperanza y preocupación de no saber cómo proceder para que sus parientes alcancen una mejor calidad de vida. Como respuesta a esta demanda, tradicionalmente se recurre al psicólogo para establecer un proceso terapéutico individual o familiar; de modo que, se pueda sobrellevar de mejor manera el desafío de estar al cuidado de una persona con demencia. En sí constituye hacer frente a una situación similar al duelo en la que pueden surgir una expansión diversa de emociones como tristeza, enojo, impotencia y frustración debido a esta nueva dinámica en la que se ve envuelta la familia; sobre todo al saber que la participación de su ser querido gradualmente será distinta a lo que se tenía acostumbrado. Otra opción que en la actualidad ha demostrado tener grandiosos resultados respecto al desarrollo integral de la persona y su familia cuando atraviesan este tipo de situaciones incapacitantes son los servicios asistidos con caballos.
"Se trata de una modalidad de los servicios asistidos con animales que aprovecha el vínculo entre el ser humano, el caballo y el contexto natural como una forma de acompañamiento a la persona con miras a potenciar sus capacidades, desarrollar sus áreas de oportunidad, habilitar apoyos y reducir barreras".
El caballo es un ser que exhibe tres características principales: se trata de un animal de presa, actúa siempre en función de su manada y se mantiene en un estado de calma la mayor parte de tiempo para ahorrar energía. Estas cualidades son esenciales para el acompañamiento de familiares y cuidadores de personas con demencia, ya que les permite afrontar sus emociones y enfocarse mayormente en el presente, dejando de lado sus preocupaciones futuras. A su vez, la base del relacionamiento con el animal se basa en el lenguaje corporal y en la gestualidad, que son aspectos instintivos que le permiten a la persona transmitir seguridad al animal y afianzar su vínculo con él. Esto refuerza dominios clave de la persona como su autoconfianza y seguridad en sus actos, que serán indispensables para poder transmitir esas mismas sensaciones a ese ser amado que hoy depende en gran medida de quienes están más cercanos y pendientes de él. Los ejercicios se llevan a cabo sobre el lomo del caballo o desde el firmamento, siempre de acuerdo a los objetivos que desea trabajar el participante o el grupo de participantes. Por otro lado, el liderazgo, la comunicación no verbal y la regulación emocional son elementos claves que sé desarrollan en las sesiones en función de la segunda característica esencial del caballo. Estas actúan como habilidades de afrontamiento que le permiten a cada sujeto procesar mejor sus emociones y enfrentar los nuevos desafíos que vendrán de la mano del cuidado del familiar con demencia que tienen a su cuidado. Por último, la calma que demuestra el caballo en su cotidianeidad es un componente importante para facilitar una experiencia relajante e inspiradora.
En conclusión, los familiares de personas con demencia pueden optar por este servicio para abordar preocupaciones, sensaciones de impotencia y malestar emocional generado por la condición de inercia que se aprecia en su ser amado, que tienen a su cuidado. Por ejemplo, se realizan actividades familiares en las que todos los miembros deben atravesar diferentes desafíos y demostrar su fortaleza tanto individual como familiar para hacer frente a cualquier barrera que pudiera suscitar en el camino. Asimismo, se trabajan pilares fundamentales como la tolerancia a la frustración, la paciencia, el no juzgamiento y la validación de las propias emociones y sensaciones. Finalmente, un aspecto clave que no se puede olvidar y que se consigue mayormente en espacios naturales como en el que se desenvuelven los caballos es la noción de mindfulness, que permite a las personas liberarse de presiones de lo que vendrá y orientar sus acciones y pensamientos hacia la realidad que están viviendo.
"Por consiguiente, esto les permite a los seres queridos destinar sus esfuerzos a compartir mayor tiempo de calidad con la persona con demencia y disfrutar de su estancia con él de una manera lúdica y dinámica; siempre dejando de lado aquellas preocupaciones que no le permiten avanzar a la familia."
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