María Mercedes Moreno Loor
Neuropsicología por la Universidad del Azuay
El movimiento o actividad física es de gran importancia para la vida, especialmente para quienes padecen de trastorno cognitivo mayor (TCM) llamado también demencia; hay una amplia evidencia que apoya la necesidad de movimiento, ante ello los médicos lo prescriben cada día más y nos alertan sobre lo peligroso del sedentarismo, que puede complicar nuestra salud en su estado general sea este físico, cognitivo y emocional, por tanto el ejercicio a través de la danza se convierte en una gran alternativa para mejorar la salud.
¿Cómo ayuda la danza a las personas con estos padecimientos?
La danza se ha propuesto como una intervención efectiva para mejorar la calidad de vida de las personas con trastorno cognitivo mayor(TCM). Esta práctica ofrece múltiples beneficios que pueden impactar positivamente en su bienestar:
Propongo mirar a la danza (específicamente la Biodanza) como alternativa para beneficiar integralmente la calidad de vida de las personas con TCM. Los argumentos que expongo son (1) importancia del movimiento en la acción al aprendizaje del mundo, (2) conexión universal y humana mediante la música; y (3) el potencial terapéutico en las actividades grupales.
¿Cómo explicarías estos argumentos?
Importancia del movimiento en la acción del aprendizaje del mundo.
El conocimiento del mundo lo adquirimos a través del movimiento, las experiencias físicas y las metáforas, siendo así estas últimas impregnan la vida cotidiana, no solamente el lenguaje, también el pensamiento y las acciones (Lakoff & Johnson, 1980).
Por ello nuestro cerebro aprende el significado del amor a través de una caricia, abrazo,el dolor con un golpe; así lo constató el premio Nobel Eric Kandel (2019). Por ejemplo el lenguaje y la memoria: parecen tener circuitos neuronales en que comparten funciones como coordinación amplia de movimientos gruesos(como correr) o finos (pasando el hilo en una aguja) así lo postula la teoría del aprovechamiento eficiente y reutilización neuronal (Gallese & Cuccio, 2018). Pues entonces, cómo aprendemos moviéndonos, es posible que la persona con TCM esté “olvidando” no moverse..
Al momento, hay más estudios que apoyan las metodologías mixtas en las cuales estimular o rehabilitar la parte cognitiva favorece a la parte física y al contrario (Gotelli et al., 2018; Moreno-Loor, 2024).
No moverse trae graves consecuencias en la salud del cerebro, preferentemente en las personas con TCM, porque la inmovilidad desconecta a la persona de la vida, pierde interés por cuanto le rodea y cae en depresión, complicando su cuidado a sus cuidadores.
Por ello hago la pregunta: ¿qué nos motiva a movernos y hacer actividad física?
La música, conexión humana y universal.
La conexión de los seres humanos con la música es universal. Se manifiesta que antes de nacer nos conectamos con la música, por cuanto el oído es el primer órgano en formarse en la 24 s.g.; lo asegura el neurocientífico y músico Dr. Alejandro Arroyo, con experiencias exitosas en la inducción musical para personas con Alzheimer (Arroyo, 2022). Así al escuchar la música de su infancia o juventud las personas con Alzheimer despiertan ciertos recuerdos, sobre todo de su identidad porque la memoria musical se encuentra en varios lugares del cerebro relacionados con la memoria emocional.
La música, como lenguaje esencial desde el vientre materno y en la integración del recién nacido en su cultura, ya que, gracias al juego y canto materno, desde niños se vive una adaptación mediante la musicalidad comunicacional que se refleja en un diálogo afectivo (Español, 2014), esto no cambia en la adultez, incluso se acentúa y sensibiliza en las personas con TCM porque se conecta con la emotividad musical expresada en el habla.
Pepe Olmedo (2023), músico y psicólogo creador del método “Música para Despertar” especializada en apoyar a personas con Alzheimer, señala que busquemos y elijamos música que las personas con TCM hayan escuchado entre los 15 y 30 años de su vida, ya que son músicas más significativas; además propone realizar dos grupos de música: “activadoras” para elevar el ánimo y “relajantes” para calmar la agitación.
Regresando a la pregunta: ¿qué nos motiva a movernos y realizar actividad física? Rolando Toro (2007) fundador de Biodanza observó que hay dos grandes inductores para el movimiento: la música y la afectividad, entonces desarrolló el sistema Biodanza con tres pilares de integración motora afectiva: el movimiento, la música y el grupo.
El potencial en las actividades del grupo
Los seres humanos crecemos, aprendemos, creamos y sobrevivimos en grupo; por tanto nuestro neurodesarrollo y rehabilitación depende de alguien que nos guíe y acompañe, postula la Teoría de la Actividad del enfoque de la Psicología Histórico-Cultural (Leontiev & Hall, 1978) . Es preciso señalar y enfatizar que la terapéutica del movimiento debe tener una estructura (no es solamente poner música y bailar) si no que ésta a su vez: “genere y refuerce nuevas conexiones en el cerebro”.
Agrupando movimiento, música y grupo; la aplicación de Biodanza en Italia para las personas con Alzheimer han logrado resultados interesantes como: reducir la agresividad física o verbal, la agitación de los pacientes (Chiesi et al., 2021). Entre 2000 y 2007, Toro y Vannini desarrollaron el método para Biodanza clínica en la especialización de Biodanza para Parkinson, que se aplicó en el estudio “Effetti della Biodanza sulla funzionalità dei Parkinsoniani” (Vannini y & Bongioanni, 2014). La explicación en estos dos casos de enfermedades neurodegenerativas sugiere que un sistema integrado de música y movimiento “con sentido pleno” como Biodanza ayuda a regular el Sistema Nervioso Autónomo tanto Simpático como Parasimpático (Toro, 2007) mejorando el comportamiento social, la cooperación, el control inhibitorio y la conexión con el mundo que le rodea.
¿En qué aporta la danza al cerebro?
La plasticidad parece ser la clave, una revisión sistemática realizada por el grupo Teixeira-Machado et al. (2019) concluye que la danza estimula la neuroplasticidad neuronal lo cual favorece a la persona, generando conexiones neuronales por nuevas vías, por lo cual es importante estas recomendaciones:
Permitirnos movernos libremente despojándose de la vergüenza de “no saber bailar” junto a los amigos y parientes en un disfrute pleno.
Crear una lista de músicas preferidas en un lapso de 30 minutos, lo que ayudará a relajar y activar a la persona con TCM.
Seleccionar un espacio adecuado, para danzar en grupo lo que favorecerá a la integración y el deleite de estar acompañados.
Tener especial cuidado y ser selectivos, de la música que se escucha ya que la misma trae mensajes nada positivos sino más bien dolorosos lesionando su estadio emocional.
Finalmente manifiesto que: a más del beneficio de la actividad física, la danza ayuda a las personas con TCM, siendo una terapia psicosocial con el potencial de contrarrestar la depresión, la soledad, la agitación y el negativismo para que la persona se reconecte con su existencia y mejore su calidad de vida, para sí mismos y su entorno familiar.
* María Mercedes nació en Quito y su trayectoria se ha desarrollado en campos que intersectan al arte, la cultura y la neurociencia. Licenciada en Diseño Multimedia (USFQ) abordó la percepción visual en el diseño; Profesora de Biodanza (IBFed) para enfermedades neurodegenerativas, estudió la correlación de Biodanza con el procesamiento cerebral de la música; Magister en Neuropsicología (UDA) investigó el efecto de la Biodanza en personas con Parkinson; Candidata a un doctorado en Psicogerontología (UV). Autora de “La Danza de la Música para Abrazar la Vida” best seller durante su lanzamiento en Amazon.
Referencias:
Arroyo, A. (2022). Alzhéimer desde los océanos de la memoria: Conocimiento neurocientífico del poder de la música y del amor en la recuperación de la memoria (Spanish Edition): Arroyo, Alejandro: 9798353678854: Amazon.com: Books. Amazon.com. https://www.amazon.com/dp/B0BFTY7VNH
Chiesi, F., Gori, E., Collini, F., Palfrader, A., Galli, R., Guazzini, A., Collodi, S., Lorini, C., & Bonaccorsi, G. (2021). Biodanza as a nonpharmacological dance movement-based treatment in older people with alzheimer’s disease: An italian pilot study in 2 tuscan nursing homes. Holistic Nursing Practice, 35(5), 264–272. https://doi.org/10.1097/HNP.0000000000000470
Cotelli, M., Manenti, R., Brambilla, M., & Borroni, B. (2018). The role of the motor system in action naming in patients with neurodegenerative extrapyramidal syndromes. Cortex, 100, 191–214. https://doi.org/10.1016/j.cortex.2017.05.011
Español, Silvia. (2014). Psicología de la música y del desarrollo : una exploración interdisciplinaria sobre la musicalidad humana. Paidós.
Gallese, V., & Cuccio, V. (2018). The neural exploitation hypothesis and its implications for an embodied approach to language and cognition: Insights from the study of action verbs processing and motor disorders in Parkinson’s disease. Cortex, 100, 215–225. https://doi.org/10.1016/j.cortex.2018.01.010
Kandel, E. (2019). La nueva biología de la mente. In La nueva biología de la mente. Paidós.
Lakoff, George., & Johnson, M. (1980). Metaphors we live by. University of Chicago Press.
Leontiev, A. N., & Hall, M. J. (1978). Activity, consciousness, and personality.
Moreno-Loor, M. M. (2024). Action language deficit: Preclinic sign of Parkinson’s? Literature review. SARJ. https://doi.org/10.5281/ZENODO.12797682
Olmedo, P. (2023). Formación de Música y Alzheimer: el poder de la música hacia el bienestar. https://musicaparadespertar.com/mpd/#
Teixeira-Machado, L., Arida, R. M., & de Jesus Mari, J. (2019). Dance for neuroplasticity: A descriptive systematic review. Neuroscience and Biobehavioral Reviews, 96, 232–240. https://doi.org/10.1016/j.neubiorev.2018.12.010
Toro, R. M. (2007). Biodanza. In Cuarto Propio (Ed.), casa del libro.
Vannini, C., & Bongioanni, P. (2014, February). Effetti della Biodanza sulla funzionalità dei Parkinsoniani. PisaMedica. https://pisamedica.it/?p=5683
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