Jerónimo Ramírez Pazos
Médico Geriatra
Pontifica Universidad Javeriana (Bogotá, Colombia)
Fellow de Psiquiatría Geriátrica;
Pontifica Universidad Javeriana (Bogotá, Colombia)

Espero no sorprenderlos cuando inicio este artículo mencionando que la población mundial está envejeciendo. Por muchos factores está aumentando la expectativa de vida, especialmente en países en vía de desarrollo, como son la mayoría de los países que encontramos en Latinoamérica. Esto lleva a que aumente el número de personas que están viviendo o que van a recibir a futuro un diagnóstico de demencia. Se estimó que en el 2019 aproximadamente 57 millones de personas tenían un diagnóstico de demencia. Para el 2050, se proyecta una cifra de 153 millones de personas (1).
Teniendo en cuenta estas cifras abrumadoras, la comunidad científica está promoviendo la importancia de la prevención de este tipo de enfermedades por medio de la intervención oportuna de los factores de riesgo modificables. Este año, la comisión de la revista Lancet (una de las revistas más prestigiosas de medicina a nivel mundial) realizo una publicación de actualización sobre la importancia de la prevención, encontrando que el 45% de los casos de demencia son potencialmente prevenibles (1).
Por esto es vital la detección temprana de los signos de alerta. Si se identifica de manera temprana a las personas que están presentando cambios cognitivos, se pueden empezar a optimizar todas las medidas de prevención y así evitar un deterioro acelerado.
Antes de continuar, vale la pena aclarar algunos términos. ¿Les llamó la atención que utilizará en el título el término “trastorno neurocognitivo mayor”? Es un sinónimo de lo que conocemos como “demencias” pero se prefiere, ya que aporta mayor claridad sobre el tipo de enfermedades de las que estamos hablando; un grupo de patología que genera un deterioro en las funciones cognitivas, lo suficientemente importante como para interferir en la capacidad de vivir de forma independiente. Adicionalmente, se evita la connotación negativa que puede tener la palabra “demencia” que en algunos casos se vive e interpreta como estigmatizante (2).
Lo siguiente que tenemos que definir es “cognición” que se puede definir como un proceso mental involucrado en la percepción, almacenamiento, comprensión y aplicación de la información (3). Hacer uso de la cognición implica utilizar diferentes “dominios de la cognición” en donde se encuentra la memoria, lenguaje, cálculo, atención y la capacidad de interactuar con los otros. Los “síntomas cognitivos” serían entonces la manera en que se manifiestan clínicamente estas enfermedades, son esas manifestaciones que pueden ser identificadas por la persona que experimenta la enfermedad, su familia que lo rodea y el personal de salud que lo atiende.
Con el proceso de envejecimiento, ocurren algunos cambios en los dominios cognitivos que no necesariamente son sugestivos de enfermedad, ya que están ocurriendo dentro de lo que se considera normal. Por ejemplo, con relación a la memoria, se considera normal que disminuya la habilidad para rememorar en gran detalle memorias episódicas y la capacidad para identificar la “fuente” de una memoria. Otros cambios que se han identificado son la disminución en la habilidad para suprimir información irrelevante mientras se utiliza la memoria de trabajo, lo que modifica las estrategias que utilizan las personas para aprender y memorizar. Por último, se puede ver alterada la flexibilidad mental, la velocidad de procesamiento y la capacidad para dividir la atención y así realizar tareas simultáneas (4).
"Estos cambios que menciono no ocurren en todas las personas mayores, ya que el envejecimiento del cerebro y sus funciones es muy variado. Esto se explica por la “reserva cognitiva” que es la capacidad que tiene el cerebro de utilizar estrategias compensatorias para reconfigurar sus conexiones si presenta fallas."
Esta capacidad está muy relacionada con los años de escolaridad, ya que entre mayor sea el nivel de estudios, más estrategias puede utilizar el cerebro, lo que lleva a menor probabilidad de desarrollar deterioro cognitivo (5). ¡Esta es la razón por la cual el acceso a la educación forma parte de las estrategias preventivas para evitar la aparición de los trastornos neurocognitivos mayores!
Ahora si tenemos todos los elementos para responder a la pregunta que nos compete: ¿Cuáles son entonces esos signos de alerta? Uno de los cambios que más les puede sorprender es la disminución en la velocidad de la marcha y el cambio en la cadencia cuando se camina. Está emergiendo evidencia que nos sugiere que las personas que caminan más lento (menos de 0.7 metros por segundo) están en riesgo de presentar deterioro cognitivo, ya que los cambios en la marcha sugieren cambios en la velocidad de procesamiento cerebral, las habilidades visoespaciales y deterioro en la flexibilidad cognitiva (4).
Con relación a la memoria, los primeros signos van a estar relacionados a cambios en la memoria a corto plazo o “memoria de trabajo”.
Son las personas que recuerdan muy bien el pasado, pero que tienen dificultades para recordar información que se les dice el mismo día (6). Por ejemplo, es la persona que tiene dificultades para aprender una nueva receta o aprender las reglas de un juego que nunca se ha jugado antes.
Uno de los campos de la cognición de la que poco se habla es el dominio de la cognición social, la cual hace referencia a todas las habilidades que le permiten al ser humano interactuar con los otros. La manifestación inicial de algunos trastornos neurocognitivos es un cambio en la manera en que se interactúa con las otras personas. Los familiares pueden reportar que la persona “se ha vuelto más insensible con los demás” o que “se está aislando más porque no le gusta salir”.
Existen también unos síntomas que no son puramente cognitivos a los que llamamos los “síntomas comportamentales y psicológicos”. Los síntomas depresivos leves, como el insomnio, cambios en la ingesta de alimentos y cambios en la actividad motora, están relacionados con el ánimo y el afecto, pero de no ser identificados y tratados, este compromiso puede llegar a generar deterioro cognitivo (7). Reconocer los síntomas depresivos, los cuales son altamente frecuentes en personas con multimorbilidad, se vuelve crucial para que no se presentan cambios cognitivos más adelante. Otros síntomas relevantes pueden ser el aumento en la irritabilidad o ansiedad que ocasionalmente se presenta cuando se deja sola a la persona.
Por último, cualquier síntoma que esté llevando a cambios en la independencia funcional se vuelve relevante. Por ejemplo, una persona que toda la vida ha realizado cálculos de manera adecuada y que ahora necesita ayuda para organizar el dinero o hacer compras está presentando un cambio cognitivo que no se explica por el envejecimiento normal. Otro ejemplo es la persona que antes escogía sus prendas de vestir, combinándolas de manera adecuada, que de manera muy gradual empieza a requerir de ayuda para combinar prendas nuevas. El último ejemplo que les voy a dar es el de la persona que antes hablaba de manera fluida sobre temas complejos o abstractos, como discutir el contenido de una novela que presenta un cambio y ahora le cuesta más trabajo articular sus pensamientos y opiniones sobre un libro nuevo que leyó.
"A modo de resumen, cualquier síntoma que esté generando un cambio con relación a un nivel previo de funcionalidad, vale la pena ponerle atención."
Identificar estos cambios de manera temprana, lleva a que se optimicen todas las medidas de prevención y modificación de los factores de riesgo relevantes. Como nos dice la comisión Lancet 2024: ¡Tenemos que ser más ambiciosos con la prevención!
Referencias:
Livingston G, Huntley J, Liu KY, Costafreda SG, Selbæk G, Alladi S, et al. Dementia prevention, intervention, and care: 2024 report of the Lancet standing Commission. Vol. 404, The Lancet. Elsevier B.V.; 2024. p. 572–628.
Swaffer K. Dementia: Stigma, Language, and Dementia-friendly. Vol. 13, Dementia. SAGE Publications Ltd; 2014. p. 709–16.
Mendez M. The Mental Status Examination Handbook. Elsevier; 2022. 1–24 p.
Paraskevoudi N, Balcı F, Vatakis A. “Walking” through the sensory, cognitive, and temporal degradations of healthy aging. Vol. 1426, Annals of the New York Academy of Sciences. Blackwell Publishing Inc.; 2018. p. 72–92.
Fernández Viadero C, Verduga Vélez R, Crespo Santiago D. Patterns of brain ageing. Rev Esp Geriatr Gerontol. 2017 Jun 1;52:7–14.
Budson AE, Price BH. Memory Dysfunction [Internet]. 2005 Feb. Available from: www.nejm.org
Devita M, De Salvo R, Ravelli A, De Rui M, Coin A, Sergi G, et al. Recognizing Depression in the Elderly: Practical Guidance and Challenges for Clinical Management. Vol. 18, Neuropsychiatric Disease and Treatment. Dove Medical Press Ltd; 2022. p. 2867–80.
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