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Testimonios de Cuidadores

Por Lorena Larrea

CARMI “Gracias por siempre haber sido una fuente inagotable de Fortaleza, Amor y Ejemplo de una mujer luchadora. Gracias porque con tu ejemplo de Tenacidad y Nobleza, me enseñaste a caminar alegre y entusiastamente por los senderos de la vida, cualquiera que haya sido el terreno para atravesar. Ahora, que Dios nuestro Señor te llamo a su lado, que experimento la tristeza y el vacío de la separación física, al mismo tiempo siento la Alegría y el Gozo de llevarte por siempre en mi corazón." Lorena Lascano Vaca Desde muy pequeñita viví con mis 2 tías Carmen y Mariana Lascano, hermanas de mi papa. Ellas fueron las responsables de mi educación y de hacer de mí una persona de bien. El sufrimiento indescriptible de Carmen empezó cuando mi tía Mariana falleció intempestivamente en Octubre del 2009, esto fue una tragedia familiar, Carmen nunca lo asimilo, nunca supero el duelo, a pesar de que la lleve a vivir conmigo, desde la muerte de Mariana, todos los días regresaba a su casa a encontrarse con sus recuerdos.


Carmen era una mujer luchadora, independiente, extremadamente inteligente, obtuvo la medalla de oro en la Universidad Central al concluir sus estudios universitarios en 1957, fue difícil para ella acoplarse en un hogar que no era el suyo, tenía una tristeza inmensa. Por el carácter fuerte que siempre tuvo, no imagine que la depresión ocasionada por la muerte de Mariana, le afectara tanto o no me di cuenta, que probablemente ya presentaba algún síntoma de Alzheimer (sus 2 hermanas mayores tuvieron esta enfermedad). Pensé que iba a superar el duelo, siempre tuvo los chequeos médicos de rigor, pero nunca acepto tener tratamiento psicológico. Le lleve al Psiquiatra en el 2013, porque era evidente que no superaba el duelo, el diario vivir tenía altibajos, le medicaron Memantina. En el 2014 le hice un nuevo control porque le notaba deprimida, tenía cambios de humor frecuentes, esporádicamente decía cosas extrañas sin sentido, le medicaron Memantina y Mirtapax. Mi falta de experiencia hizo que no me diera cuenta, que algo le pasaba, la convivencia era difícil para mi esposo y mi hija, no entendíamos lo que estábamos viviendo, yo me irritaba con facilidad y Carmen se pegaba conmigo.


En Marzo del 2015 mi prima Laura vino del exterior a visitarle, paso unos días en casa y me previno que el comportamiento de Carmen era un poco extraño, estaba irritable, agresiva, no era normal su actitud, sugirió que consulte un especialista para que la valore. Los días eran difíciles, teníamos deseos de salir corriendo de casa y no aceptar la realidad que estábamos viviendo. Fuimos al psiquiatra en Abril del 2015 le volvieron a medicar Memantina y Mirtapax, los chequeos eran mensuales, pero su proceso era acelerado y poco ayudaba la medicación, en Octubre del 2015 el Psiquiatra le diagnostico Alzheimer Fase Moderada y nos indicó que no debe movilizarse sola por el riesgo de desorientación. Ella todavía iba sola a su casa en Quito, con un chofer conocido que desde el 2010 la llevaba en la mañana y la regresaba en la noche a mi casa, en Tumbaco.



En su rutina diaria de subir a su casa, llenarse de sus recuerdos y bajar, fue un impacto muy duro para ella no volver a su casa, no obstante, estaba consciente que olvidaba las cosas fácilmente, por esa razón, accedió ingresar el 1 de Diciembre del 2015 al Centro Alzheimer Fundación Tase todos los días en horario matutino, los 4 meses que asistió a Tase fue el tiempo de mayor paz en casa. Carmen se estabilizo muchísimo, logramos tener una vida más tranquila, todo era más llevadero. Ella manejaba sus finanzas hasta ese momento, me daba muchísimo recelo quitarle el control de sus cuentas, para mí era como disminuirle, yo supervisaba lo que hacía y lo hacía bien, pero un día me dijo: No vuelvo a TASE es muy costoso, no hubo poder humano que la hiciera entrar en razón, simplemente se negó a volver; a partir de ese momento la convivencia se complicó, los períodos de falta de cordura se hicieron cada vez más recurrentes, a pesar de la medicación psiquiátrica que cada vez iba en aumento (Mirtapax, Eutebrol, Donecil, Quetiazic).


En Octubre del 2016 el Psiquiatra aumento a la medicación, 4 gotas de Apracal en la noche, que iban subiendo mes a mes, porque había semanas que no dormía 3 días seguidos, prendía la TV a todo volumen, no se daba cuenta si era de día o de noche, en la madrugada se perdía en el jardín y no podía regresar a su dormitorio, decía que tenía entrevista de periodistas a los que esperaba por horas, como no llegaban, se desilusionaba y se entristecía mucho. Cada vez los temas eran más recurrentes, hacia maletas todos los días, pensando que se iba a ir a Ambato y esperaba al chofer que la recogería, lo que ya nunca sucedía. La pérdida de su memoria era más evidente, las gotas de Apracal para calmarla seguían subiendo mes a mes, sin conseguir mayor efecto, en Junio del 2017 tomaba 20 gotas de Apracal, nunca pensé que una dosis tan alta, podría afectar su equilibro y movilidad, lamentablemente ese fue el resultado.


Carmen siempre fue parte de nuestra familia, íbamos a los compromisos familiares con ella, disfrutaba en las reuniones, se la veía alegre y normal, y fue en Junio del 2017 al regresar de un compromiso familiar, que le deje en la puerta de su dormitorio, ella se desoriento, se dirigió en sentido contrario, se sostuvo de una lampara de piso que no era estable, se cayó y pese a que el golpe fue sobre unos cojines grandes que amortiguaron la caída, se fracturo la cadera, en la parte móvil de la pelvis donde no se puede operar; hicimos varios tratamientos, en el último de ellos se sintió tan aliviada, que ni bien llegamos a casa, se levantó de la silla de ruedas y se volvió a caer, realmente el sentimiento de impotencia y frustración fueron muy fuertes, el problema iba más allá de mis fuerzas, inmediatamente contrate una auxiliar que me ayudara a movilizarla, porque la ayuda de la empleada doméstica ya no era suficiente, sin embargo la fractura afecto la vejiga, dejo de orinar, tuve que internarla de urgencia en el Hospital Carlos Andrade Marín, tenía la esperanza de que volviera a caminar y que la salud se reestableciera pero no fue así, sólo empezó un deterioro apresurado.


La médica Geriatra que la atendió en el Hospital en esos días, me realizo una prueba e indico que yo tenía el Síndrome del Cuidador Quemado, en realidad no entendía lo que estaba viviendo, tenía agotamiento físico, mental y el sentimiento de culpa, de haber hecho algo malo que produjera la caída, la Doctora indico que era necesario que me recupere yo, para poder atenderle, si yo no estaba bien, no lo iba a poder hacer. Momentos muy difíciles y agotadores, pues no solamente había que tomar las mejores decisiones posibles, sino que tocaba afrontar los comentarios familiares que aducían que estaba deshaciéndome de Carmen, que quería abandonarla. Para un viejito permanecer en un Hospital es traumático, y me toco dejarla bajo el cuidado de la auxiliar particular, fue desgarrador para mí, en los días siguientes ver a Carmen con las manitos atadas a la cama, porque la Auxiliar había indicado al personal médico que estaba muy agresiva, que le pegaba, por eso le amarraron; después de algunos días, me di cuenta que esta auxiliar la maltrataba, hay auxiliares alteradas e inhumanas en este camino, es un vía crucis lo que tiene que pasar un adulto mayor si se encuentra con una de ellas, no se puede bajar la guardia.



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