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Testimonios de Cuidadores

"Mis Abuelos"

Martina Marin


Mi abuelo Pa siempre fue un hombre independiente que le gustaba ser el que cuida en nuestra familia. Siempre fue una persona a la cual yo admiré por sus ganas de vivir, no quería jubilarse cuando ya le tocaba, pero por pasar en familia aceptó su jubilación. Gracias a mi abuelo he tenido muchas cosas buenas en mi vida y estaré en deuda con él por siempre. Por otro lado, mi abuela Ceci siempre ha sido una mujer que le encanta conversar y conocer a la gente, es de esas personas que manda chistes todas las mañanas y manda fotos de su gato. No puedo pensar en alguien tan amoroso como ella, pero, en julio del 2021, mi abuelo tuvo un infarto cerebral, evitando que pueda mover todo el lado izquierdo de su cuerpo y provocando algunos fallos en su memoria. Mi familia y yo experimentamos un cambio de 180 grados en nuestra rutina de la noche a la mañana. Jamás me había mostrado frente a una situación así, el ver como cambió mi abuelo en un abrir y cerrar de ojos, fue muy fuerte para mi familia y para mí, pero a la persona que creo que más le afectó fue a mi abuela Ceci, ahora ella adquiría el rol de cuidadora. Mi abuelo siempre fue el que cuidó de mi abuela, sabía a qué hora y qué pastillas ella tenía que tomarse todos los días, mi abuelo sabía todas las contraseñas de mi abuela y donde guardaba cosas importantes.


Poco a poco nos dimos cuenta de que la memoria de mi abuela empezó a fallar también. Empezó con cosas pequeñas como contarme la misma historia unas cuantas veces al día, haciéndome la misma pregunta una y otra vez, pero nos dimos cuenta de que ya era un poco preocupante cuando dejaba prendida la hornilla de la cocina o dejaban el carro prendido en la calle.


"Desde mi perspectiva, siendo la nieta de ellos, es un golpe bastante fuerte ver a las personas que me enseñaron a amarrarme los cordones ahora necesitaban de mi ayuda para amarrar los suyos."

Viendo cómo cambió la vida de mi familia, me mostré más interesada en entender esta nueva realidad que estábamos enfrentando. Ahí fue cuando empecé a ser voluntaria en TASE, y no puedo estar más agradecida con todo lo que aprendí. Aprendí ver a este tipo de condiciones de vida diferente, aprendí que primero hay que entender la situación en la que atraviesan para aceptar la realidad.


"Finalmente, me pude poner en los zapatos de mis abuelos de cierta forma y entender que no es un camino fácil y que lo mejor que puedo hacer como familiar es estar ahí para ellos, disfrutar con ellos, ser comprensiva, cuidarlos y amarlos."

No solo estoy agradecida con lo que aprendí sino por las personas que conocí, entendí que a pesar de que una persona tenga condiciones como las que se manejan en TASE, siguen siendo personas maravillosas. Llegué a escuchar varias historias por parte de las personas que asisten a la fundación, historias de como conocieron a sus esposos y esposas, sobre sus hijos y nietos, sobre su juventud, sus profesiones, etc.

Aprendí a ir mucho más allá de cualquier enfermedad y tratar de entender a la persona como persona, no como una persona enferma.



"Hay una cosa que ni Alzheimer, ni las enfermedades relacionadas con el cerebro nos pueden quitar, y eso es el amor. El amor no es un recuerdo, es un sentimiento que reside en nuestros corazones."
 













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