Hace ya más de un año que la vida nos cambió a todos. Pensamos que no duraría tanto y sin embargo aquí seguimos aún, sin volver del todo a la antigua realidad. El año 2020 y el inicio de este año 2021, han sido llenos de temor, angustia, dolor, soledad y pérdidas. A pesar de esto, este tiempo nos ha regalado muchas cosas lindas también. Hemos aprendido a valorar el contacto humano, a ver por el otro, a cuidarnos, a valorar a los nuestros y la salud. Este tiempo complejo nos ha permitido ver que somos más que nuestras posesiones, más que nuestro trabajo o dinero, esta pandemia nos ha permitido ver lo esencial, que es el amor.
Al inicio de la pandemia, me enfrenté a la dura realidad de no poder ver a mis nietos y a mis hijos. Estaba tan acostumbrada a apapacharnos, a oirles, a que me cuenten cómo les fue en la semana, a cocinarles su comida favorita. Cuando pusieron las restricciones, nos limitamos a verles a través de una pantalla. A los mayores nos tocó aprender cómo usar la tecnología, ya que solo por ese medio era posible tener contacto con las personas. Con el pasar de los meses celebramos cumpleaños, festejamos victorias, así como también lamentamos desdichas a través de una pantalla. Esto nos permitió valorar el poder de un abrazo, de un beso, el poder que tiene estar cerca de los que amamos.
