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Prólogo


Por Verónica Faini

Gerente General Fundación TASE


Queridos Lectores:


A lo largo de toda la vida, desde el día que nacemos, nos vemos abrazados por dos seres maravillosos, nuestros padres. Presentes o no físicamente, esos seres humanos hicieron posible nuestra existencia.


Cada caída, cada resbalón en nuestra primera grada, cada cucharada de papilla, cada primera comida, cada accidente y enfermedad, nuestra Primera Comunión, nuestro Matrimonio, nuestros hijos (sus nietos), ha sido para esos seres humanos su razón de existir. Le escucho a mi madre, hoy todavía joven y por fortuna llena de salud, diciendo hace unos 30 años: “puedes decir lo que sea, puede no gustarte lo que te digo pero un día sabrás que es por que te quiero”, habían veces que simplemente sin advertencia me dejaba tropezar y me decía “hasta que no te pasó estuviste, ahora entiendes”, hoy con dos hijos entiendo muchas cosas, miles, tanto que se vienen a mi boca palabras que me hacen sentir que me convierto en mi madre.


Cuando voy a su casa es como volver a mis quince años, tan mimada, tan querida que puedo pedir lo que sea; no importa si es de comer, lo recibo acostada en su cama, aunque haga migas y aunque se ensucie, ahí estoy envuelta en ese mismo manto que me da seguridad, comiendo eso que me sabe a gloria y me llena de paz. Si ella supiera que cada olor, cada detalle de los que quejo, haciendo mérito a mi condición de hija molestosa, en realidad los extraño y solo me doy cuenta cuando estoy ahí, con 40 años encima pero comportándome como si fuera un bebé.

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Quisiera que nunca se acabe, me invade el pensamiento, como a muchos de ustedes en esa situación, luego lo pienso mejor, esta sana, esta perfecta, mejor disfrutarla; reflexiono nuevamente y claro las formas cambian, el amor no, a mi manera, a la manera que se generó esa relación desde que nací, imperfecta pero única, a veces difícil pero especial, pienso bien y tengo claro: que estuve muchos años con ella, que hoy sigue estando ella, pero que en un determinando momento “estaré yo contigo mamá”. Con la edad probablemente habrán momentos que ese sentimiento de acostarse en la cama en un lugar seguro será el de ella, yo seré a quien no le importan las migas de pan que queden en la cama por comer acostada, ni el volumen de la televisión porque ya no escucha como antes, la forma cambia, el sentimiento no.


Sé que para personas que tienen un familiar, un padre o una madre con Alzheimer, el manto de un hijo ya es el sustituto difícil, doloroso pero que tiene forma de oportunidad: la forma es aquella que responde a la mirada de esos padres, de esos abuelos , diciendo de manera silenciosa “ahora tú conmigo”.


La maternidad y el ser hijo nunca cambia en el fondo, realmente da un giro su forma, y es una delicia poder escucharlos decir a voz en silencio, “ahora tú conmigo”. Hoy tengo la fortuna invaluable de que con mi madre estamos “juntas”, a veces está conmigo, a veces estoy con ella, somos de alguna manera una especie de apoyo circular. Me necesita, le necesito y agradezco que todavía sea mutuo.


Pensando en aquellos hijos, familia y cuidadores que están en un camino duro nos solidarizamos y queremos siempre apoyarlos. Este mes del Alzheimer que pronto llega, septiembre 2022, bajo el emblema “Que el Alzheimer no nos detenga - Ahora tu conmigo” queremos rendir homenaje a todos aquellos padres y madres que caminaron toda su vida entregados a nosotros, a nuestro entorno y vida, y apoyar a los que están a su lado.


Caminemos con ellos y seamos su apoyo. La mejor forma de hacerlo es que el estar con ellos no sea una declaración teórica sino una verdad práctica! Esta vez te invito a disfrutar la revista cuidador, también te invito a seguir nuestras redes sociales y que te unas a las Caminatas presenciales, actividades y charlas del mes de septiembre, Camina con ellos.


Verónica Faini.



 



















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