Por: Licenciado Víctor Hugo Minango Méndez MSc.
Terapeuta Ocupacional – Andragogo
Docente Universitario
Ha pasado un año desde que en marzo del 2020 se declaró el estado de emergencia sanitaria en el país, todos nosotros tuvimos que extremar medidas para combatir con un nuevo y poco entendido virus. El mundo entero se paró y nosotros absortos con él, y desde ese momento paulatinamente y con más preguntas que respuestas fuimos creando, inventando o reinventando nuevas formas de enlace, de comunicación, de vínculo con aquellas personas y sus familias que de alguna manera tenían en nosotros un apoyo y un respiro y que depositaron su confianza en la atención terapéutica.
Todos sentimos por primera vez el impacto de una pandemia que nos obligó a modificar rápidamente varios de nuestros hábitos. El aislamiento voluntario y el distanciamiento social al que hemos necesitado someternos como principal medida de precaución han modificado nuestras rutinas de trabajo, educación y socialización, pero hoy en día contamos con un elemento que, en el transcurso de la historia humana y frente a las distintas pandemias que hemos vivido como especie se ha desarrollado muchísimo, la tecnología.
Concluir procesos de rehabilitación resultaba entonces perjudicial para la salud de las personas que asistían con regularidad a centros del día que ya tenían una forma de intervención basada en procesos bien establecidos y protocolos definidos.
El 2020 marcó un hito en el aumento del uso de plataformas y herramientas tecnológicas. Se evidenció un crecimiento exponencial en aplicaciones como Tik Tok, Zoom, WhatsApp, Facebook, Instagram y otras tantas que están viviendo un auge en el ámbito de asistencia remota, puesto que permiten la comunicación y colaboración digital, dando como resultado un trabajo sin precedentes en nuestro país y en el mundo y así nos hemos beneficiado de la tecnología que trae una serie de ventajas, sobre todo en el ámbito de la telerehabilitación, donde se ha revolucionado la forma de estimular, así como de intervenir. Hoy más que nunca necesitamos de la tecnología para acceder a las personas que necesitan de apoyo y cuidado en tiempos de pandemia, donde las personas se ven impedidas para acudir a las instituciones que daban soporte y tratamiento, esto nos ha llevado a buscar formas de superar las brechas digitales para así poder acceder a intervención de calidad y calidez, donde el personal terapéutico que a pesar de ser inmigrante tecnológico se capacita para convertir la tecnología en una verdadera herramienta al servicio de la estimulación y la intervención terapéutica no farmacológica.
El Covid-19 ha acelerado la demanda de la telerehabilitación, las videoconferencias y la realidad virtual, no podemos predecir el impacto de este período, sin embargo seguramente seremos llamados a repensar algunos de nuestros actuales paradigmas en intervención post pandemia ya que luego de un año desarrollando herramientas y recursos tanto terapéuticos como digitales y repotenciando el talento humano en rehabilitación podemos decir que es posible la intervención terapéutica a través de las plataformas digitales.
Personas de toda edad se volcaron masivamente al uso de dispositivos móviles, tabletas o laptops y sus aplicaciones, en ese espacio la telerehabilitación se ha posicionado para que sus usuarios sientan que están activos en tiempo real pudiendo realizar no únicamente ejercicios a distancia, sino también personalizar el tratamiento y hacer un diagnóstico y seguimiento constantes. Ello implicó un cambio de una forma tradicional de contacto físico, al uso de nuevas tecnologías, para mantener la continuidad de los tratamientos.
Entonces la teleasistencia aparece como alternativa principal de las instituciones encargadas de ayudar al tratamiento de personas con enfermedad de Alzheimer y otras demencias, pero además también se potencia el trabajo de estimulación física y cognitiva en adultos mayores sanos, que buscan mantener sus funciones y mejorar su calidad de vida a través del envejecimiento activo, de cara a la necesidad de un nuevo modelo de intervención virtual y digital.
Los espacios de estimulación para adultos mayores sanos y sesiones de intervención terapéutica para adultos mayores con Alzheimer u otras demencias se vuelven entonces heterogéneas con mayores propuestas e innovación al crear nuevas herramientas, enfoques y recursos específicos para la virtualidad, garantizando la continuidad del trabajo terapéutico.
Entre los principales desafíos a los que nos enfrentamos estaban por ejemplo el uso de la tecnología, la capacitación en el uso de herramientas digitales, sobre todo para las generaciones mayores y para los cuidadores directos quienes colaboran prestando asistencia a las personas que necesitan de un enlace a la telerehabilitación y que por sí solas no podrían acceder, sobre todo el uso de los aparatos o dispositivos electrónicos imprescindibles para este fin y aquí se marca también un hito en el vínculo intergeneracional realizando enlaces sincrónicos con los adultos mayores que prestos a sumergirse en el mundo de la informática y la conectividad, trabajan con jóvenes estudiantes y profesionales terapeutas, en cómo pueden utilizar herramientas digitales para la estimulación o recreación en las denominadas “Reuniones intergeneracionales” en donde adultos mayores y adultos jóvenes se enlazan en sesiones virtuales alternando la participación entre asistentes, promoviendo un ambiente ideal para la estimulación e intervención terapéutica no farmacológica, intercambio de puntos de vista, opiniones e interacción entre personas con una diferencia de edades considerable pero que enriquece sin duda la dinámica de trabajo y hace posible conocer el ambiente intrafamiliar, sus actividades y ocupaciones en contexto, algo que anteriormente estaba más restringido a los profesionales que se desempeñan en terreno es decir con visitas domiciliarias.
Otro aspecto beneficioso dentro de las familias de personas adultas mayores sanas o con algún tipo de demencia ha sido sin duda la participación de hijos, nietos, sobrinos que asisten al adulto mayor para los enlaces sincrónicos haciendo de esta actividad una estrategia de vínculo y convivencia que antes no era posible, empoderando a familiares y cuidadores, desafiando el ingenio para estimular o rehabilitar conjuntamente en una triada: institución, familia, usuario.
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